miércoles, 28 de abril de 2010

LOS RELATOS DEL MIEDO Y LA CRISPACION

Por Ricardo Forster*
No deja de ser llamativo el modo como se sobreexpone lo que recurrentemente desde ciertos grupos comunicacionales se denomina la “crispación”. Se lo hace focalizándola con exclusividad en lo que dice o deja de decir el Gobierno. Es el oficialismo, según esta visión parcial e interesada, el portador del virus de la violencia verbal e icónica que hoy se despliega por el país acechando la vida del conjunto de la sociedad. La radicalidad del mal está entre nosotros y su lugar de enunciación no es otro que el maléfico kirchnerismo. Toda relación con él supone, a los ojos de ciertos medios de comunicación y de ciertos políticos opositores muy propensos al uso de metáforas escatológicas y a adjetivar estomacalmente con palabras escabrosas y siempre denigratorias, quedar irremediablemente contaminado por el veneno que emana de quienes han llegado para instalar entre nosotros una suerte de dictadura (no deja de ser llamativo el uso espurio y prostibulario que se le da a una experiencia tan brutal y criminal para la memoria colectiva como lo ha sido la dictadura genocida para calificar a un gobierno democrático).
Cualquiera que ose utilizar argumentos en sintonía favorable con mucho de lo realizado en estos años cae inmediatamente bajo la sospecha de “la caja” (¿cuánto le pagan para escribir o decir lo que no debe ser escrito ni dicho sin caer en la peor de las corrupciones espirituales?), de ser un cómplice del autoritarismo y de estar al servicio de los intereses más oscuros y ruines. Lo llamativo, tal vez lo insólito, es que aquellos que esgrimen estos argumentos sofisticados siempre aclaran que la crispación y la violencia verbal provienen de los “rabiosos” kirchneristas o de sus intelectuales “a sueldo”. Basura retórica que siempre elude discutir lo que deberíamos discutir con libertad y altura argumentativa: ¿qué país desean? ¿Qué modelo de sociedad y de Estado defienden? ¿Qué piensan de la distribución más equitativa de la riqueza y de la apropiación de rentas extraordinarias? ¿Qué políticas económicas están dispuestos a implementar para “salvar a la República” del populismo? ¿Qué política de derechos humanos piensan sostener y qué piensan de los juicios contra los militares genocidas? ¿Qué piensan de jueces procesistas que impiden la aplicación de la ley de medios manteniendo, de ese modo, la heredada de la dictadura? ¿Cómo lograrán, si asumen una posición progresista, tocar los intereses de las corporaciones económicas sin “crispar” al establishment y sin poder recorrer, como lo hacen ahora a destajo, los programas de televisión que suelen representar esos intereses? Silencio. Después, claro, agresiones verbales de todo tipo que, eso sí, son virtuosas y virginales de acuerdo al parámetro de los grandes medios de comunicación. Lilita Carrió, Pino Solanas y Gerardo Morales, para citar apenas a estos tres referentes que circulan masivamente por el éter mediático, son maestros en el uso de metáforas catastrofistas y lapidadoras de cualquier acción oficialista sin que a sus interlocutores, siempre preocupados por la “crispación gubernamental”, se les ocurra señalar la sobredosis de violencia y de desprecio que emanan de tan ilustres retóricos del republicanismo argentino.
Todas las baterías se descargan para convencer a la opinión pública de que estamos delante de quienes buscan reducir la democracia a una suerte de monarquía patagónica al mismo tiempo que vacían las instituciones y hacen proliferar una lógica cada vez más autoritaria y corrupta. Vivimos, según estos cronistas del Apocalipsis, en la antesala del infierno signado por la influencia del chavismo, para los que se colocan en la derecha, o de la impostura neomenemista para los que se ponen supuestamente a la izquierda, y Argentina sería una suerte de caldera que acumula vapores y que está pronta para estallar. Su deseo manifiesto se inscribe en esta visión del fin del mundo que se asocia con “una rebelión cívica” que nos libere de la maldad congénita del matrimonio presidencial.
No importa comprobar que la mayoría abrumadora de los medios de comunicación está en manos de empresas que buscan horadar y deslegitimar al Gobierno; tampoco importa que el Congreso de la Nación funcione con una mayoría opositora que no tiene inconvenientes en transgredir el texto de la Constitución de acuerdo con sus necesidades y que desde el Poder Judicial se ejerza, como pocas veces se recuerda en la historia contemporánea, una acción independiente y, en muchos casos, claramente opuesta a las decisiones del Poder Ejecutivo; menos importa todavía que hayan sido primero el gobierno de Néstor Kirchner y ahora el de Cristina Fernández los que desterraron de plazas y calles del país la inclinación siempre represiva del establishment de turno y de las fuerzas policiales impidiendo, desde hace años, que cualquier protesta social sea reprimida. Todo eso no es suficiente a la hora de construir un relato inverosímil que habla de una Argentina atravesada por “el miedo”, “la censura” y la “crispación oficialista”. Bastan unos afiches sin firma con los rostros de algunos periodistas para hablar de persecución y de impunidad.
 La palabra se repite y se repite desde las pantallas, desde las radios y desde la gráfica: “miedo”. Lo dice una senadora formoseña que en sus piruetas acaba de presentar una propuesta de modificación de la ley de servicios audiovisuales que nos retrotrae al espíritu de aquella que fue derogada y que huele a defensa de los monopolios y a neoliberalismo (pero a ningún periodista de esos que fijan opinión se le ocurre hablar de borocotización de la senadora que, viniendo del Frente para la Victoria, salta sin prejuicios hacia la oposición). Lo dice la anfitriona televisiva bien apoltronada en su eterna mesa de almuerzos pluralistas desde siempre imbuidos y atravesados por el “fervor democrático” (record de quien ha podido seguir almorzando con entera libertad bajo todos los gobiernos, dictatoriales y democráticos). Lo repiten algunos periodistas que parecen disfrutar de ese extraño lugar de víctimas en el que han sido colocados por unos afiches sin firma y por una lógica del escrache que no resiste el menor análisis y que constituye una herramienta nada democrática y utilizable para lo peor. Lo dicen y lo vuelven a repetir con ánimo de ofrecer una imagen de país atemorizado y gobernado por violentos y corruptos dispuestos a desnutrir democracia e instituciones con tal de “perpetuarse en el poder”.
Cada semana una descarga de artillería pesada cae sobre los argentinos abriendo cráteres que buscan producir un efecto de crisis e ingobernabilidad o mostrando una escena cotidiana en la que la violencia discursiva del oficialismo amenaza con volverse violencia física. “Crispación”, “autoritarismo”, “dictadura”, “impunidad institucional”, “violencia”, “fascismo”, “manipulación y censura”, “corrupción escandalosa” son las palabras más pronunciadas por la oposición política y mediática; su traducción a sentido común es obvia y brutal: vivimos en una democracia simulada que esconde un proceso autoritario y cuasi dictatorial en el que vida y bienes están amenazados por la impunidad de los Kirchner. Sacar las conclusiones también es de sentido común: defender la democracia contra sus sepultureros, ese parece ser el grito de guerra de los retóricos del miedo.
Lo dice con total impunidad e impudicia la revista Noticias que no tiene ningún inconveniente en caricaturizar a Néstor Kirchner con la figura de Adolf Hitler y de hablar de “fachosprogresistas” como un modo de inhabilitar a quienes no piensan como ellos. Lo dicen apelando al amarillismo más vergonzoso y a la ignorancia de quienes ni siquiera se toman la molestia de reflexionar lo que están escribiendo o de preocuparse por averiguar lo que supuestamente denuncian. Para ellos, citar a Carl Schmitt, jurista de derecha, católico y compañero de ruta del nacionalsocialismo en los años ’30, supone ser neonazi o algo por el estilo (ilustres escritores, ensayistas, políticos y filósofos del siglo XX quedarían inmediatamente bajo esa sospecha: entre nosotros podría citar a Pancho Aricó, fundador del grupo Pasado y Presente y uno de los más refinados intelectuales de la izquierda, que editó y prologó un libro del jurista alemán; o a Jorge Dotti, profesor de filosofía moderna, autor de un voluminoso y erudito libro sobre la recepción de Carl Schmitt en Argentina y él mismo un confeso admirador del jurista sin por eso abandonar sus perspectivas democráticas; lo han citado liberales, conservadores y marxistas, de la misma manera que Jacques Derrida le dedicó un libro, Políticas de la amistad, para analizar sus ideas, o, más lejos en el tiempo, el filósofo judeo-alemán Walter Benjamin elogió sus escritos tempranos como un material sin el cual él no hubiera podido avanzar en sus reflexiones sobre la modernidad, la violencia y la soberanía y, muy cerca nuestro, el filósofo italiano Giorgio Agamben no ha dejado de citarlo para intentar pensar el “estado de excepción” y la problemática del poder).
Para la revista Noticias, Chantal Mouffé, quien retoma algunos rasgos de la concepción schmittiana de la pareja “amigo-enemigo”, cae dentro de la clasificación de “fachoprogresista” y, por derivación directa, también lo hace Cristina Fernández que ha tenido la osadía de citar En torno a lo político, libro maldito en el que la autora, compañera de Ernesto Laclau, se detiene en el pensamiento schmittiano como una estrategia argumentativa que busca pensar críticamente la dimensión contemporánea de lo político destacando los límites de los discursos consensualistas y neutralizadores de matriz liberal y socialdemocrática, discursos que han sido funcionales, según Mouffé, al capitalismo neoliberal. ¿Qué decir de la operación de Noticias? ¿Acaso aquellos que se rasgan las vestiduras para defender a los “periodistas independientes” dicen algo de esta impudicia que vacía de todo contenido al propio nazismo? ¿No hay violencia y crispación en esa lógica de la calumnia que acusa de cómplices del peor y más cruel régimen de opresión del siglo XX a quienes tuvieron el atrevimiento de pensar de otro modo la problemática del conflicto en el interior de las sociedades democráticas? Más allá de la provocación, lo que muestran algunos periodistas es el crudo analfabetismo con el que suelen construir sus “investigaciones”. Para ellos leer es un trabajo descomunal. Más sencillo es repetir una y otra vez que estamos viviendo bajo un régimen antidemocrático que avanza hacia el fascismo. Así de simple y salvaje, así de pacífica, consensualista y virtuosa es la retórica de quienes anuncian a los cuatro vientos que la violencia y el miedo se han instalado en la Argentina de la mano de la voluntad autoritaria y omnipotente de los Kirchner. Cada quien sabrá sacar sus conclusiones y sabrá comprender qué se guarda bajo la retórica del miedo y bajo la impunidad argumentativa. Mientras tanto, cuidado con banalizar el sufrimiento de las víctimas reales de la historia; el límite de lo que no debe ni puede trivializarse termina cuando se enseñorea la impudicia, esa que intenta instalar nuevamente el miedo entre nosotros

martes, 27 de abril de 2010


martes, 20 de abril de 2010

Carta Abierta a Maria Laura Santillán

Por Roxana Balsarini

Ya estoy pensando seriamente que si casi todos los días veo Telenoche es de puro masoquista, nomás. O por probar la resistencia de mi estómago. O por confirmar cada vez, que estoy en la vereda correcta.
Si no, no se puede explicar que anoche, después de varias horas de marcha, haya llegado a mi casa, prendido la tele y sintonizado canal 13. Lo hice pensando cómo iban a hacer para soslayar lo que no iban a poder ocultar como otras veces, cómo, cómo...
Y ahí estabas vos, con esa sonrisa-mueca que te caracteriza, presentando un informe sobre la manifestación de apoyo a la Ley de Medios. El informe empezó hablando de una marcha de "organizaciones sociales, políticas y los piqueteros de D'Elía". Ni hablar de los autoconvocados de 6,7,8, ni de los pueblos originarios, ni de los estudiantes universitarios, ni de los intelectuales de Carta Abierta, ni de los trabajadores, ni de las miles y miles de personas que fueron solitas nomás, con los pibes, la abuela, los amigos. Un cachito de Estela, otro cachito de Hebe, y después lo que les interesaba, la excusa para soslayar la masividad de la marcha: los carteles. Más de la mitad del informe versó sobre los carteles que aparecieron en la calle. Esos que decían que si se puede hablar de periodismo independiente y servir a la dueña de un multimedios que está sospechada de apropiarse de hijos de desaparecidos, o algo así.
Terminó el "informe" y ahí seguías vos. Ya descartada la sonrisa, te quedaba la mueca. Miraste seriamente a cámara y dijiste: "Es una lástima que una marcha que pretende ser democrática y pluralista dé lugar a agravios, agresiones y quiera amedrentar a varios periodistas que trabajamos en este canal". Palabras más o menos, de las negritas me acuerdo seguro.
En principio, la marcha no "pretendió" ser democrática y pluralista, SINO QUE LO FUE, EFECTIVAMENTE. Y esa democracia incluye que la gente pueda pegar carteles y caracterizar al multimedios donde trabajás como le plazca, aunque a vos no te guste.
A ver: el cartel no era ningún agravio, ninguna agresión. Agravio es mentir. Agresión es manipular la realidad. El cartel planteaba la pregunta que puede hacerse cualquier vecina en su casa. ¿Son tan independientes éstos que no pueden hablar de la causa Herrera de Noble? Qué, ¿no es una pregunta posible?. Mi prima Alejandra se la está haciendo.
Ahora... ¿plantear una pregunta es "amedrentar" a los periodistas? ¿No será más bien apelar -ilusamente- al cachito de conciencia, ética, decencia, honor, dignidad, que suponemos les debe quedar bajo el manto del suculento cheque de cada fin de mes? ¿Tanto les jode? Parece que la verdad duele, ¿no, Maria Laura?
En fin... después de tus patéticas y falaces palabras vino el otro patrañero impresentable. Puso su mejor cara de sentencia indiscutible y espetó: "Hasta hoy, trabajamos buscando la verdad. Mañana seguiremos buscando la verdad. Sólo los soberbios se creen dueños de la verdad" Milagrosamente, a la palabra soberbios le pronunció toooodas las consonantes, cosa más que extraña en él. Y lo paradójico es que dijo esta frase con toda la contundencia del dueño de la verdad.
Me quedó resonando ese asunto de la verdad. Esa historia de que nadie es dueño de la verdad lleva a un relativismo perverso y anquilosante. Si todo es relativo, nadie tiene convicciones. Y si nadie tiene convicciones, pueden vendernos cualquier verdura podrida, que es lo que tratan de hacer.
Puede que no haya "una" verdad. Pero los hechos, son verdades. Los dichos de la gente son verdades. La interpretación de ellos es otra cosa. Y ustedes, María Laura, lo que hacen es tergiversar los hechos. Y las palabras.
Digo, llamar Ley K o Ley mordaza a una ley que fue trabajada por más de veinte años, consensuada por casi todops los sectores y aprobada en el congreso por aplastante mayoría, K y no K, eso no es buscar la verdad, es mentir asquerosamente. Que mi presidenta diga "NO es un problema de iquierdas o derechas" y ustedes zocaleen exactamente lo contrario, eso no es buscar la verdad, es embaucar ostentosamente. Y esto sólo son un par de botones de muestra. Vos y yo sabemos que hay toda una mercería llena.
El multimedios al que pertenecés tiene millones de televidentes. Millones de moscas. Pero cada vez somos más los que nos negamos a deglutir la mierda que nos pretende hacer comer. Hacete a la idea, María Laura.

He dicho.



http://tani-aluvionzoologico.blogspot.com/

jueves, 8 de abril de 2010

De consumidores cautivos al reclamo por el derecho a la información.

Por Daniel Calabrese

El fenómeno desatado por el programa 678 y su red social en facebook puede analizarse desde diversas aristas y posiblemente genere distintos puntos de vista acerca de su alcance.
Lo que es innegable a esta altura es que se trata de una manifestación cada vez más evidente de la apertura de una brecha en el cerco mediático del que es víctima la población en general y los sectores medios en particular.
Se pueden confirmar a diario comentarios de personas que fueron reacios o directamente hostiles a las políticas del gobierno hace solo unos meses atrás y hoy cuestionan el relato monocorde de los medios masivos. Aún mas, comienzan a comprender los intereses políticos-económicos que se están jugando en este proceso de disputa entre el gobierno democrático y las corporaciones.

El contexto: La disputa por la implementación de la nueva Ley de medios

Luego de sancionada por abrumadora mayoría en ambas cámaras. La Ley que contó con el mayor grado de participación popular que haya tenido ninguna otra en toda nuestra historia, fue paralizada en su implementación por el frente judicial que responde a los monopolios mediáticos. En este contexto es donde reencontrándose con lo mejor de ellos mismos y rompiendo el espejismo de la soledad que Magnetto y sus escribas les generan en su cotidiano bombardeo , van confirmando en las redes sociales y en la calle que son muchos, mucho mas de lo que ellos mismos creían ser.
Repudiando las acciones manipuladoras y las operaciones de prensa mas desembozadas de la que se tenga memoria en contra de un gobierno democrático, se incorporan al reclamo histórico por medios de comunicación plurales y democráticos.
Y no han llegado en mejor hora a la disputa.
El entusiasmo ha dado lugar a ciertos grados de organización por cierto saludables, generándose diversos grupos barriales que comenzaron a decidir acciones autónomas por dentro y fuera de la red. Las convocatorias a reuniones en bares y plazas es quizá la manifestación mas importante de este fenómeno, que sigue desbordando el plano virtual y simultáneamente se alimenta en él .

¿Qué hacer entonces, cuando todo parece indicar que este proceso recién comienza y casi con seguridad se seguirá profundizando?
Posiblemente la respuesta se encuentre en comprender  cual es la demanda de estos actores, desde que rol vienen y cuál es el salto cualitativo que están realizando.
Para acercarse a una explicación hay que decir en primer lugar que estos sectores conforman un grupo heterogéneo. Algunos llegan asfixiados por la manipulación, otros recién comienzan a tomar conciencia de ello y aunque les hace “ruido” cierto salvajismo en la retórica mediática, están lejos aún de entender al discurso mediático como una construcción , como una mirada mas entre otras posibles. Muchos tienen el ejercicio de ser receptores críticos y otros puede que reclamen la posibilidad de construirse como emisores de sus propios relatos. Algunos vienen de experiencias políticas y otros jamás se acercaron a ninguna. En las edades también se da una diversidad manifiesta y confluyen jóvenes indignados que desahogan la imposibilidad de manifestar su opinión en otros colectivos con algunos mayores que dejaron de comprar “Clarin luego de treinta años".
Diversidad de matices aunados por el hastío generado por la cada vez mas descompuesta imagen de los medios.

Del consumidor al ciudadano.

Para quienes confiaban en que este momento iba a llegar y vienen batallando desde otras trincheras desde hace años, se presenta el desafío de colaborar para que este proceso vaya desarrollándose hasta el máximo de sus posibilidades. No se trata de darles “organicidad”. Al proyecto popular - por suerte - no le falta como hace algunos años “aparato”. Ahí está la CGT y sus imponente manifestación en la 9 de Julio, los camioneros colmando ellos solos la cancha de Velez . La CTA que aporta su capacidad de proyectos tales como la asignación universal por hijo, la unidad en la acción con la CGT y su capacidad movilizadora en las calles. Las organizaciones sociales desde la norteña Jujuy con Milagro Sala y en todo el resto del país, demuestran ser otro impresionante afluente en el gran caudal militante, Ferro y la sorpresiva convocatoria 40000 compañeros es una muestra. La Plaza del 24 de marzo confirma la capacidad de las organizaciones de derechos humanos y la juventud, los intelectuales y ese espacio de aporte reflexivo que significó la irrupción de Carta Abierta son otro eslabón de una base social fortalecida en el propio desarrollo y avance de las políticas gubernamentales. A la luz de estos ejemplos no es aventurado afirmar que existe en las filas propias una base social organizada y con gran capacidad de demostrarlo en las calles,. Incluso mucho mas que en el primer periodo del proyecto inaugurado en el 2003.

Se trata de entender entonces el novedoso afluente que está llegando desde la internet 2.0 . Novedoso por sus aristas tecnológicas, y por ser producto de nuevas formas de comunicación horizontal que dichas tecnologías posibilitan.
Estamos asistiendo a ese maravilloso momento en donde miles y miles comienzan a entenderse a si mismos ya no como meros consumidores pasivos y cautivos de relatos mediáticos “naturalizados” como verdades incuestionables, sino como actores sociales que reclaman su derecho a la ciudadanía comunicacional , pero no demandan - aunque sea por el momento – encuadrarse en organizaciones que por tradición cultural y heterogeneidad les resultan ajenas . Exigen su derecho a la información consagrado en la ley obstruida por la corporación mediática, ni mas ni menos.
Ese es el maravilloso proceso que se está desarrollando. En leer esos matices, está la posibilidad de entenderlo para no entorpecerlo. Démosle la bienvenida que se merecen. Orientar sin paternalismo “militante” será la mejor manera de que miles y miles se sumen a esta lucha histórica por derribar la última y quizá mas dañina muralla que nos dejó la dictadura.