miércoles, 20 de julio de 2011

El Caso Skanska: Miente, miente que algo quedará.

15 portadas del diario Clarín,
14 de La Nación y
4 del diario Perfil.
Casi 300 artículos y notas.
Centenares de guiños a quien sabe quien de Carrió vomitando odio.
Decenas y decenas de “escándalo! escándalo !” del vegetal Pino.
Multitudinarios seños fruncidos de Nelson Castro.
Incontables “Este es el caso emblemático de la corrupción K “ del roedor Majul .
Y Eliaschev y Leuco , y Bonelli y Morales Solá, y Nueva Provincia y la Voz del interior y El Dia de la Plata, América, TN y decenas de las repetidoras de Magnetto bombardeando con Napalm mediático sobre poblaciones enteras día y noche , noche y día.
Ni un solo pedido de disculpas, ni un solo “la próxima vez investigaremos con mayor rigurosidad, chequearemos antes de publicar”, nada. Aire impune, chorros de tinta sin colegios de periodistas que condenen por “mala praxis”

Vayanse a la reputisima madre que los remil pario.

Daniel Calabrese

miércoles, 13 de julio de 2011

Reacciones frente al acto electoral del pasado Domingo

A falta de ese tiempo que por suerte tienen periodistas y otros académicos varios, alcanzo estas reacciones frente al Domingo. No creo que alcancen el status de reflexiones (no están precedidas o mediadas por ningún tiempo de análisis respetable).
No persiguen ningún ánimo más allá de compartir el propio, el cual adelanto, está tan animado como con anterioridad a ese día.

Primera reacción:
Confirmar lo que ya se sabía. Macri ganaba en Capital y habría ballotage con el FPV. Salvo porque la brecha entre ambas fuerzas fue algo más abultada que lo esperado, lo esencial de los resultados no se modifica. Sólo como elemento a recordar debemos pensar que en las elecciones de 1973, donde (y más allá de todas sus contradicciones) iba a consolidarse electoralmente una indiscutiblemente mayoritaria fuerza nacional que llegaba luego de años de proscripción y persecución, el radicalismo, principal fuerza de oposición, ganó en la Capital Federal.
En síntesis, y como conclusión algo arriesgada, el peso de las profesiones liberales (profesionales independientes) en la Ciudad de Bs. As. siempre llevaron a que prime en esa ciudad un pensamiento menos integrado a lo colectivo. Aun cuando fuerzas con discurso más “izquierdista” cosecharon importantes reconocimientos electorales, pienso que avanzaron más desde su discurso antipolítica (tan afecto al liberalismo ideológico. No hablo del económico).
Traducido al criollo, me dolió un poquito la brecha (los 19 puntos) pero no la tendencia, esperada, asumida y que indica todo el camino que falta recorrer para incorporar a una parte muy importante de ese sector social a privilegiar una sociedad inclusiva y solidaria.

Segunda reacción:
Me alegró confirmar que quienes más castigados salieron de esas elecciones fueron los discursos más visceralmente opuestos al modelo que se viene empujando desde el Gobierno Nacional: Carrió, Giúdicce, Duhalde e inclusive Pino Solanas fueron severamente castigados.
De aquí una advertencia para 678 y afines: esa oposición visceral ya salió (hace rato) del centro de la escena. En consecuencia deben adecuarse los contenidos a quien presenta la pelea hoy, a riesgo de perder eficiencia en la pelea contrahegemónica.

Tercera reacción:
Entre los variados análisis y comentarios que se hacen desde el propio campo algunos hacen mucho hincapié en la diferencial fuerza de comunicación de uno y otro candidato. En tanto Macri disponía de una estrategia comunicacional unificada (lo que implica un solo comando de decisiones y también la uniformidad de los discursos tanto en su contenido – qué decir - como en su forma – el estilo de los afiches y otras formas de mensajes, sus colores, etc.-), la fórmula del FPV tomaba decisiones en forma dispersa, lo que provocaba menor poder de llegada de su mensaje.
Si bien puede haber una parte de razón, pedirle a las estructuras que conforman el FPV y su multiplicidad de variadas adhesiones que se comporten con el centralismo de la fuerza del PRO es inconducente.
En el espacio del FPV confluyen una diversidad de tradiciones ideológicas y de prácticas políticas con lo cual, en estos momentos, la uniformidad discursiva debe ser una meta pero se está lejos de la misma.
Mientras prime la campaña mediática (sean televisivos, radiales o afiches en vía pública) las fuerzas del FPV estarán en desventaja. Me gustaría ver mucha más campaña en la calle y en los lugares de trabajo. Transformar la adhesión pasiva en esfuerzo activo.

Cuarta reacción:
Al ver el tamaño de la brecha dije que había que aceptarla y no ir al ballotage. Pero cuando pensé, dije qué importante momento para darnos una segunda oportunidad para debatir un poco más profundamente sobre modelos en pugna. ¿Por qué desaprovecharla?
Estoy convencido que muy difícilmente se revierta el resultado: hoy por hoy Macri gana en Ciudad de Buenos Aires. Pero es que el objetivo, en estos momentos, no debe ser ganar la jefatura de Gobierno sino acrecentar y consolidar la fuerza propia. Y aquí hay muchísimo para ganar, por qué negarse.
Salir a convencer escuchando al otro, al vecino o compañero de trabajo que no es Macri ni TN (aunque su sistema de pensamiento funcione desde el armazón ideológico propuesto desde allí).

Quinta reacción:
En algunos intuí cierta tristeza o desazón. Miren, la pelea por un país más justo, solidario, abarcativo, independiente en sus decisiones, con desarrollo de su aparato productivo, alentando la producción antes que la especulación financiera, en fin, esa pelea no empezó hace 2 meses, 4 u 8 años.
Desde las luchas por nuestra Independencia se presenta la disputa por dos modelos diferentes de pensar el país y entender a su pueblo. No somos fundadores de la historia, mal que le pese a nuestro espíritu aventurero y fanfarrón, sino continuadores de innumerables hitos, algunos más heroicos, otros más emotivos, todos imprescindibles.
¿Cómo darse el lujo de permitir hacerse el angustiado justo ahora?
Entonces mi quinta reacción fue llenarme de entusiasmo y salir a empapelarme de alegría. Comprender que falta mucho, pero que estamos caminando.

Rubén Amaro

Lo que no entendemos. Algunas reflexiones a boca de urna.

Lo que no entendemos. Algunas reflexiones a boca de urna.

Muchos porteños no entendemos cómo Mauricio Macri pudo alcanzar el 47 por ciento de los votos en primera vuelta. Lo primero que hay que admitir, indispensable: el problema es nuestro, no de los porteños que lo votaron.

Tampoco entendimos en 2007. Hoy, estamos peor. El PRO obtuvo dos puntos más que los que logró hace cuatro años, cuando aun no tenía encima el desgaste de una gestión deficitaria y todavía era, para muchos, una promesa de eficiencia.

Lo que no entendemos, y parecería ser el punto principal, es qué piensan y por qué votan como votan los ciudadanos de la ciudad. La joda es que para hacer política, hay que entender al otro, nunca descalificarlo. Para hacer política, hay que tratar de comprender la complejidad del electorado en el que uno pretende captar adhesiones. En eso, estamos para atrás.

A los que putean porque la Capital es un territorio de garcas y gorilas derechosos, es oportuno recordarles que Cristina tiene entre los porteños un 50% de intención de voto para octubre.

Lo que no entendemos es que hay que pensar todo de nuevo.

Macri ya no es una sorpresa o un globo de ensayo. El PRO ganó 5 de las 6 elecciones capitalinas en los últimos 8 años. En 4 de ellas, alcanzó o superó el 45%. Y gana en todos lados, en todas las comunas. Estará procesado, se tragará el bigote y será un xenófobo que le corta el gas a los internados del Borda, pero gana por paliza. No será subestimándolo que se lo podrá vencer. La pequeñez del enemigo agranda tu derrota, pequeño saltamontes.

Macri no es Cavallo. No es un dirigente liberal de derecha que interpela desde ahí. Es una suerte de pastor mediático cuya religión es el éxito. Ecuménico y resbaladizo. Pero nosotros seguimos confrontándolo como si fuera Cavallo. Para los pibes que debutaron ayer en las urnas, el menemismo es una cosa que terminó cuando ellos empezaban la primaria. Los que atrasamos, somos nosotros.

Ejemplo. No se puede seguir insistiendo con la misma matriz de campaña del balotaje de 2003, cuando Ibarra le ganó a Macri. Pasaron 8 años. El enemigo cambió. El país cambió. El electorado también. No alcanza con las solicitadas llenas de firmas de cantantes y artistas. Ya no causan efecto los spots con las fatigadas caras “del arte y la cultura”. No les pidamos prestada una vez más a los artistas la legitimidad que no nos dio la política.

Nunca menos
El progresismo ya fue, hace mucho. Desde la misma noche que Cromañón dejó casi 200 pibes muertos. Ya no existe como horizonte en la cabeza de los porteños. No es un continente con ambiciones de mayoría. Hay que cambiar el paradigma de construcción política. Estructurando la estrategia electoral con el viejo mapa de progres versus Macri, no hay modo de crecer. Cuatro puntos más en 4 años no son para festejar. Como dijo alguien ayer con aguda ironía en Twitter, “vamos bien, en 16 años a Macri le rompemos el orto”.

Los equipos grandes no festejan los empates, y menos las derrotas. Pretender disfrazar una goleada en contra haciendo foco en la cantidad de corners conseguidos es menospreciar un poco a la tribuna. Claro: dar buenas noticias es fácil. Cualquier boludo anuncia un aumento de sueldo. El problema es que la autoridad (en política como en la vida) se construye dando buenas noticias pero, sobre todo, comunicando las malas. El que apechuga y te desayuna de que viene de bajón, y te contiene y te acompaña en el trance, ese conduce. El que halaga la corona para no mentar al muerto, está fregado. El exitismo de los derrotados no es una estrategia: es una tara.

En una elección, a uno le puede tocar jugar con mejores o peores candidatos. Con más o menos recursos. Con una campaña organizada o enquilombada. Con climas y contextos políticos más o menos favorables. El análisis coyuntural al respecto de estos temas se irá procesando seguramente en estos días y semanas. Lo que nos parece central subrayar es que en cualquier elección y más allá de las contingencias, lo que no puede suceder en una fuerza política con vocación de mayoría es caer en una ritualización de la acción política que vuelva estéril la militancia. No sirve (ni vale) ir a cazar al zoológico. Vale ver 678, escuchar AM 750 y leer Tiempo Argentino si hace falta tener data, buscar letra o levantar el ánimo. Pero ese ánimo tiene que enfocarse en el intento de penetrar el techo propio. Nunca para cimentar nuestra complacencia. Aunque los medios concentrados estén en contra y protejan las barbaridades de Macri. Aunque haya que remar en el dulce de leche. Ese es nuestro desafío. Como colectivo y como individuos. Hay que leer y bucear en Clarín y La Nación. Hay que tragarse a Bonelli y a Magdalena. Hay que tratar de entender y discutirle al vecino que quiere amurallar el palier. No hay otra. Buscapina y garra. Cachamay y corazón. Al enemigo hay que sentirle el olor, bien de cerca, para adivinar sus próximos pasos. De lejos, no lo entendés y te vacuna. La pasión, el compromiso y el fervor militantes exhibidos por miles de compañeros en estos meses es el piso virtuoso desde el cual podemos arrancar una nueva etapa.

Un largo viaje
Como los vendedores ambulantes del transporte público, a veces nos toca tratar de vender productos atractivos. Otras veces, clavos difíciles de digerir. Regla de oro: ningún vendedor bardea al pasaje de un colectivo porque no le compra nada. Agradece, agacha la cabeza, y se baja para esperar el bondi que viene atrás. Los más vivos, cuando van hasta el fondo y tienen a casi todos los pasajeros de espalda, tiran un “¿alguien más quiere comprar?”, para ver si pica algún desprevenido de los de adelante que no se animó de movida. Pero ojo, ese vendedor no cree su propio truco. No piensa que de tanto decirlo, vendió más. Sabe que la verdad no está en las cosas que dijo para seducir, sino en la cantidad de monedas que logró juntar.

Lo que no entendemos es que la ciudad de Buenos Aires es como un enorme bondi. Nadie quiere que le vendan nada. Y cuando lo intentamos, la mayoría de la gente mira por la ventanilla o manda mensajitos con el celular.

Autocrítica, humildad, creatividad, laburo y militancia. En política, siempre hay alguien más a quien sumar. Y, al final del día, lo que cuentan no son las palabras. Son los votos.

Lic Walter Formento
CIEPE

lunes, 11 de julio de 2011

NO SOY PARTE

Hoy se extrañó a Néstor. Algunas pistas y preguntas para entender lo de ayer .

Nuestros viejos
El 80 % de los mayores de 50 años votaron Mauricio Macri. Se sabía previamente esta tendencia en el voto de esa franja etárea. Se sabía también que se trata del sector mas “vulnerable” al discurso mediático hegemónico. ¿Se hizo algo?

Clases medias antipoliticas.
La clase media porteña ve al Estado y a la “política” como construcciones que no inciden en su vida salvo para perjudicarla. ¿No se pudo hacer algo concreto para intentar al menos atenuar esta creencia? Solo a modo de ejemplo .. Sectores importantes de la población de las grandes ciudades se encuentran incluidos bajo la condición de monotributistas o sea no son empleados ni patrones ¿por qué ,aunque sea las categorías mas bajas , no son beneficiarias de la asignación universal por hijo?

La campaña en las calles.
¿No había modos de manifestar la convicción y la alegría del voto rescatando lo mejor de las tradiciones callejeras y populares durante la campaña ? Me explico. A la “alegría” de plástico de los globitos de colores y la estética cotillón carnaval carioca, no hubiera sido conveniente “discutirla” con expresiones de la festividad popular porteña? San Telmo con sus cuerdas de tambores, otros barrios con sus murgas, el canto popular genuino contrastando con la caricatura de Freddy Mercury. Pensemos en el contraste de los festejos del bicentenario. Esos días mostraron dos modos de concebir la fiesta. En esta campaña se deberìa haber intentado recrear ese claro oscuro en contraste con la festividad vacía pergeñada por Durán Barba, al que a esta altura hay que empezar a respetar como un adversario sagaz.

Creo que mas que enojarse hay que empezar a detenerse en algunas cuestiones que nos atañen y porque no, aprender a ser derrotados. Muchas veces y la historia tiene ejemplos de sobra aun haciendo las cosas correctamente se pierde y ahí hay que tener la templanza para persistir aun cuando ciertos públicos no comprendan momentáneamente la propuesta.
Hoy extrañé a Néstor . Hoy hizo falta para razonar, desdramatizar y llenarnos de fuerzas .

Daniel Calabrese

viernes, 1 de julio de 2011

PARA LEER A MARIANO GRONDONA

Por Ruben Garrido
El pasado Domingo 26 de Junio, en una nota publicada en La Nación, Mariano Grondona MG), éste infería sobre posibles derivaciones del actual Gobierno.
MG plantea una disyuntiva, como disputa política: “republicanismo versus absolutismo”, en tanto síntesis del combate entre democracia y monarquía. En la lógica que expone, subsume la batalla por el poder a la batalla por el gobierno.
Para MG el Gobierno tiene fuertes sesgos de absolutista tomando como uno de los indicadores para esa afirmación la forma “inconsulta” de elección de los candidatos.
Aún dentro de esa lógica de pensamiento, el comportamiento en la designación de los candidatos del FPV no fue diverso al utilizado por ninguno de los otros partidos / frentes / alianzas que se presentarán a las próximas elecciones. Ni Binner, ni Alfonsín, ni Duhalde, ni Carrió, ni Solanas eligieron a sus candidatos con métodos muy diferentes a los que describe (dándolos por ciertos) para el caso del FPV. Es difícil creer que MG desconociera esa situación.
En ningún momento el análisis de MG tiene por finalidad establecer criterios de verdad, encontrar explicaciones que den cuenta del acontecer. En realidad, disfrazando de teoría su pensamiento se centra en la lucha ideológica. Todo su esfuerzo está centrado en darle unidad ideológica a la fuerza opositora. No le escribe al público sino a su público, aquél que debe ir formándose como cuadros dirigentes de la fuerza opositora.
Por lo tanto, discutir la veracidad o falsedad de sus afirmaciones es una pérdida de tiempo.
Lo importante, dado que su papel es trabajar en el discurso que pelea por la hegemonía, en la unificación de un discurso que se le oponga al bloque en funciones de Gobierno, es poder entender su argumentación.
En su juego de descripción de formas de gobierno e igualación de gobierno a poder desliza que las democracias auténticas son las republicanas, que son aquellas donde hay poderes independientes al ejecutivo (el legislativo y el judicial) que limitan al primero. Además, y fundamentalmente, tienen un plazo acotado sin que puedan desbordarlo con el “reeleccionismo”. Continúa argumentando que sin contrapesos ni plazos la democracia desvirtúa hacia el despotismo.
Pone como ejemplo de democracia despótica la de Hugo Chávez. Aquí tampoco puede desconocer que el mismo ha ganado al presente todas las elecciones a las que se ha presentado.
Ya dijimos que la lógica de MG no es la búsqueda de la verdad sino la pelea en el campo de la hegemonía, del fortalecimiento ideológico y de sentido de la fuerza opositora.
Si no fuera así, es algo más que curioso seguir igualando poder a gobierno, en momentos donde queda cada vez más a la vista el ejercicio del poder real en los grandes grupos económicos propietarios de los medios de producción y de vida. Hoy en día han generado organismos supranacionales (FMI, Banco Mundial, OTAN, ONU, etc.) que imponen medidas y políticas a diversos países (intervenciones en Grecia, Portugal, Irlanda, invasiones a Irak, destitución de Kadhafi).
Cuanto más concentrado está el poder real más ilusorio aparece depositar al mismo en los Gobiernos locales.
Lo que MG indica es el eje argumentativo sobre el que, en tendencia, debiera montarse el futuro desconocimiento al Gobierno democráticamente electo (si resulta vencedor en las próximas elecciones): encuadrarlo como un gobierno despótico propio de las monarquías absolutas. Negarle su condición de democrático.
Y sobre ese eje, el negarle la condición de democrático al actual gobierno, es sobre el que plantea que deben articularse todos los discursos opositores. Al menos la conducción mediática de la oposición debiera tener como línea editorial el demostrar a cada instante como el actual gobierno se aleja del ejercicio de la democracia para el cual fue electo y se aproxima al despotismo absolutista.
Ilustra con una cantidad de ejemplo como pueden presentarse diversas acciones de Gobierno y hechos de la actualidad dentro de esa lógica de demostrar el alejamiento de los valores democráticos y su trastocamiento por características despóticas.
No tiene ningún sentido recordarle a MG que él siempre se situó del lado de quienes no dudaron en suspender las libertades democráticas y anular los órganos constitucionales de gobierno para implantar lo que se consideraban políticas “correctas” desde el poder real.
Al mismo tiempo le reconoce al actual gobierno “un fuerte residuo democrático” (el pronunciamiento del pueblo en elecciones).
Si ese es el componente democrático que le reconoce, queda claro que, por fuera de los espacios electorales, todo el resto es, en palabras de MG, despotismo y, por consiguiente, no democrático.
De tal forma va preparando la argamasa ideológica sobre la que se dará el asedio al futuro Gobierno. Asedio que no tendría razón de ejercerse dado que “la derrota de Cristina traería consigo la plena restauración de la república democrática”.
El tema es prepararse para socavar su victoria, plantear el discurso ideológico desde el que se prepare el terreno a la batalla por la destitución.
Está claro que para MG destituir a Cristina es, en primer término, la destitución del proyecto que se viene gestando de recuperación de identidad nacional, con expansión del mercado interno, políticas redistributivas, solidaridad latinoamericana y de disputa a los centros hegemónicos de poder.
Perdida la batalla por institucionalizar, de cara a las próximas elecciones un espacio único opositor, la pelea está por lograr una hegemonía de discurso en la fragmentación partidaria.
En esta aspiración todos los hechos serán puestos en el contexto antes esbozado: la identificación del Gobierno con la antidemocracia. Interesante y central a esa estrategia es juntar voces del arco más disperso posible. Las voces del “liberalismo democrático” y del “liberalismo constitucionalista” como formaciones ideológicas de la pequeña burguesía siempre serán un bocado en extremo apetecible para ayudar a la conformación de la idea del gobierno como no democrático.
Entonces, la cuestión no es discutir el valor de verdad de las afirmaciones de MG, sino construir para una contra hegemonía distinta.
Es mostrar, en cada acción del Gobierno que trabaje en la inclusión de intereses de las mayorías al sistema institucional su fuerte valor democrático, en contraposición al autoritarismo o negación democrática que significa el seguir excluyendo a la mayoría del reconocimiento de sus intereses.