miércoles, 15 de abril de 2009

La nueva ley de servicios audiovisuales, una discusión estratégica.

Por Daniel Calabrese

Mientras el gran ojo de los “mass media” transmitía en cadena falseando multitudes en Plaza de Mayo, en un emotivo acto en el Teatro Argentino de la Plata, deliberadamente ocultada por los mismos medios, comenzaba a rodar la propuesta de ley de Servicios de Comunicaciones Audiovisuales.
Inspirada en la legislación comparada que es referente en el mundo, y sostenida en los 21 puntos que han podido consensuar una amplia gama de organizaciones como la CGT, CTA, madres, abuelas , organizaciones de derechos humanos, universidades nacionales, entidades representativas de radios comunitarias, sindicatos de trabajadores de prensa, educación, canillitas, la nueva ley se propone reemplazar a la 22285 dictada por la dictadura en 1980.
Son pocos los casos en donde un sueño que aboga por el derecho a la información y la libertad de expresión en tanto derechos humanos básicos, se enriquece en su proceso de materialización con el aporte democrático del mas amplio abanico de organizaciones y que cuenta con la posibilidad de enriquecerse aún mas en estos dos meses de debate en donde se incorporarán mas ideas y se afinarán detalles de implementación.
Algunos de los aspectos mas destacados del anteproyecto se describen a continuación. Se reserva el 33 % del espectro a entidades sin fines de lucro de la sociedad civil. Se desmonopolizan los medios restringiendo la cantidad de licencias para un solo titular. Los titulares de licencias de canales abiertos no podrán tener licencias de televisión por cable. Se estipulan cuotas de pantalla para el cine nacional, se exigirá un mínimo del 70 % de producción nacional en radio y un 60 % en televisión. Se fomentará la producción de contenidos educativos e infantiles, Se impedirá la codificación de todo espectáculo considerado de interés público que se deberá transmitir por canales abiertos. Se implementarán medidas para permitir el acceso a las minorías y a las personas con capacidades diferentes. Se establecerán tarifas sociales para el pago de los abonos de cable, se le dará al ciudadano el derecho de conservar su número telefónico aunque cambie de compañía, etc.

Bajo estas y muchas otras propuestas que van en el sentido de garantizar derechos básicos a la ciudadanía, parecería imposible que alguien, salvo que represente a los intereses mas espurios y antidemocráticos, ponga algún obstáculo para su sanción.
Aún así, a solo horas de ser presentada públicamente, algunas voces mostraron su desacuerdo bajo dos argumentos a saber: que prefieren defender los intereses de los grupos monopólicos antes que votar una ley propuesta por el gobierno y que la campaña electoral no es el momento para discutir la nueva ley. La primera afirmación no merece la pena ni refutarse, le cabe solo el viejo adagio de los abogados: “a confesión de parte relevo de pruebas”.
El segundo argumento no por menos crudo es más inocente y se merece un análisis mas profundo.
Que quieren decir cuando dicen “el momento preelectoral no es el marco adecuado para debatir la nueva ley”.
¿Qué deberían debatir los argentinos si no es propuestas, ideas y proyectos previos a una elección?
Desde 1983 dos visiones discuten entre si, una visión entiende por democracia una estructura formal, vacía de contenidos, que no debe modificar nada y por consecuencia conservar los privilegios y el statu quo instaurado a partir de la dictadura.
Otra es una concepción de la democracia que a las formas no las entiende disociada de los contenidos, que intenta plasmar modelos distintos de producción y de distribución de la riqueza y por cierto, modos mas democráticos de acceso a los medios de comunicación fomentando la polifonía de opiniones a las que tiene derecho la población. En esta matriz habrá que insertar algunos argumentos que se escucharán en los principales medios, respecto a la “oportunidad” para presentar la ley. En otras palabras nos quieren decir que la política debe ser entendida como cáscara vacía al servicio del marketing político y los asesores de imagen y no como la discusión de proyectos e ideas, con el pueblo participando y opinando.

Muchos han denominado al debate que se avecina como la madre de todas las batallas y no les falta razón, pues expone al desnudo a los verdaderos jugadores y sus proyectos de restauración o cambio. De un lado los medios que manejan el 80 % del flujo de la información circulante, entrelazados de diversas formas con intereses en múltiples esferas de la economía. Medios que no apoyan a la oposición como erróneamente se dice a veces, sino que son la oposición misma.
Nunca mas expuestos, comienzan a comprender que puede perder muchísimo poder y recurren a modos cada vez más canallescos de sostener su emporio. El país deberá saber que estos meses de discusión alrededor de la nueva ley y en el marco de una campaña electoral, implicará resistir campañas mediáticas furibundas, relatos catastróficos de la realidad, victimizaciones por supuestas agresiones “a la prensa independiente” y todo el andamiaje de recursos que tengan para defender sus intereses.
Este es el momento por lo tanto, para que las más amplias masas hagan suya una herramienta que le pondrá límites al discurso único e interesado de los monopolios mediáticos que permanentemente insultan la inteligencia y provocan miedos paralizantes.
Este es el momento, han pasado 25 años de democracia, de romper un eslabón estratégico del perverso cepo cultural que nos dejó la última dictadura

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